this kitten is gettin' me nut

He estado todo el día en la casa, durmiendo, viendo un poco de tele, leyendo, haciendo unas llamadas, escribiendo emails, redactando mi reportaje, aunque no avanzo mucho porque escribo y borro y así y asá. Cerca de las diez de la mañana, en el patio apareció un nuevo habitante que no ha dejado de manifestarse y me ha distraído de mis deberes.

Revisaba mi email como de costumbre y de pronto escuché un 'Rataplám', como si algo cayera de alguna parte y chocara, después una carrera por el techo y silencio. Pensé 'No pueden ser más que gatos'; es su rutina: hacer mucho ruido, saltar de un techo a otro, hacer rabiar a los vecinos o lograr que la Diana ladre y ladre. Pero no. Poco después del silencio, escuché unos tímidos 'miau miau miau', que iban aumentando en frecuencia. También aumentaron las carreras en el techo.

Miré por la ventana y un pequeño gato blanco con pintas grises y unos ojazos verdes, estaba arrimado a un tronco cortado, junto al cuarto del lavado. Por más que intentaba con saltos llegar arriba, se caía y chocaba con la muralla del cuartucho. No tenía de donde agarrase para subir. A pesar de que no me gustan los gatos, los gatos pequeños sí me dan un poco de ternura, porque su cuerpo es chiquito, su cabeza es grande y tienen ojos enormes. Es por eso que fui al patio y traté de tomarlo para subirlo al techo. Su mamá gata estaba vigilándolo, pero no lo pudo ayudar.

Pero esta pequeñez que está en el patio es un canalla. Traté de tomarlo para subirlo al techo y se engrifó, me mostró sus pequeñeces de uñas y se meó en el árbol. Después, tomé un macetero grande de plástico vacío, le até una soga y lo colgé. Traté de que entrara para subirlo con mi invento-grúa pero nuevamente se molestó. Tomé la escoba roja del patio, para que se agarrara y así subirlo y se puso más agresivo. Finalmente, tomé la escalera chica, la arrimé al cuartucho, cerquita del tronco del árbol, unté un pedazo de pan con sardina, le hice un camino a lo 'Hansel y Gretel' pero no se subió. Así es que me enojé con el gato imbécil y estuve esperando que la Diana se lo comiera pero tampoco sucedió.

Le contaba esto a mi amiga Hortensia (bueno, su nombre es Tamara como el mío, pero es más conocida por Hortensia y yo me apellido la Biscuit) porque ambas, junto a nuestra amiga Natalia detestamos a estos animalillos y yo le decía que con odio espero que el gato pase a mejor vida en las fauces de Diana la Vieja y Sorda o que muera de hambre y sed el felino, cuando recordé un juego online de gatitos, los que uno puede salvar con una colchoneta o dejar que se aplasten contra el piso... aquí está la url para jugar.

Ahora le puse una tabla al tronco, que hace un camino al techo, a ver si se sube el condenado. Es un gato salvaje y a esos hay que dejarlos irse. Además no me gusta tenerlos porque son más o menos temperamentales y algunas de mis pesadillas están protagonizadas por gatos veleidosos.

Anoche soñé que hablaba en francés con un francés y nos entendíamos, pero yo tenía un conflicto con el inglés y le hablaba en los dos y me ponía a discutir sola la mejor manera de pronunciar, y en esos momentos él no me entendía. Más encima era una imagen rara: yo usando un short verde petróleo, sentada en la ducha, con el agua corriendo, hablando por celular con un tal Pierre (siempre los franceses se llama Pierre) que era ecologista. Me acuerdo del nombre porque él lo repetía a cada rato. Parece que estaba medio tarada en el sueño.

Sigo con el reportaje. Mañana mi última entrevista para completar opiniones y se tiene que acabar.